Ninguna empresa puede permitirse el lujo de contar con recursos ilimitados (ni materiales, ni financieros, ni humanos) para explotar al máximo su potencial. La asignación eficiente de los recursos disponibles requiere su utilización en aquellas áreas del negocio en las que se maximiza el impacto sobre los resultados. Y, en este sentido, la externalización se convierte en una herramienta extremadamente útil para invertir sus recursos donde más beneficios pueden generar, incrementando su rentabilidad.

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La externalización de procesos le permite hacer uso de recursos externos a su organización para llevar a cabo aquellas actividades que no forman parte de lo que constituye su negocio y que, en la mayor parte de los casos, le añaden escaso valor. El desempeño de estas tareas en el seno de su empresa suponen la infrautilización de sus recursos (humanos y financieros) y erosionan su potencial para maximizar sus beneficios.